jueves, 29 de marzo de 2012

Mi huelga general

Este es mi primer post en "Reflejos de Mercurio"; agradezco al dueño su hospitalidad.

Mi huelga general comenzó el miercoles por la tarde a través de Twitter. El ambiente se fue caldeando con las noticias que llegaban sobre acciones sindicales adelantadas al día de la huelga. Por ejemplo, el corte de la AP-7 y la B-30, por parte de estudiantes de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
Eso dio lugar a una serie de comentarios entre los habituales. Uno de mis comentarios saltó al lado progre de TW, y un troll se avino a insultarme graciosamente: finalizaba todos sus tuits con el hashtag #EsquirolRata. La palabra esquirol se convirtió en el intento de insulto entre la fauna progresí. ¿Por qué intento? Porque me siento identificado con la segunda acepción de la RAE:

2. adj. despect. Dicho de un trabajador: Que no se adhiere a una huelga. U. t. c. s.

¿Que es despectivo? Me daba igual. Nos daba igual. De hecho se acabó creando el hashtag #OrgulloEsquirol, que ha funcionado todo el día también.
En uno de esos cruces de opiniones con los trolls les intenté hacer ver lo que eran, lo que son: pobre gente con espíritu totalitario. Quieren ir a la huelga, exigen su derecho a ir a la huelga, pero no respetan tu derecho de trabajar. Y lo consideran lo más natural del mundo. Con un par. Sin aportar argumentos. ¿Para qué? El final de la discusión fue este:



Aproximadamente, a partir de las 23:30 comenzaron a reportarse los primeros incidentes serios en Mercamadrid y, sobre todo, Mercabarna. Hubo mucha información disponible, fotografías y hasta algún vídeo. Aparte de los mercados de abastos, los piquetes tomaron el centro de las principales ciudades y obligaron a los bares a cerrar. El piquete más conocido ha sido el de Willy Toledo , al que le ha caído una denuncia por… hacer el bestia. (“¡Eh! Que soy un artista. ¿Qué pasa?)

Las noticias sobre incidentes varios se fueron sucediendo y, entrada la madrugada, Ramón Pérez-Maura publicó el siguiente tuit:



Venía a denunciar lo evidente: Sin la violencia y la coacción los sindicatos no son nada. En pleno siglo XXI (perdón por lo manido de la frase) nuestros aguerridos sindicalistas, como sólo se representan a sí mismos, necesitan emplear métodos del siglo XIX para intentar alcanzar sus fines. (Sin lograrlo: la huelga ha sido un fracaso).
Esa reflexión de Ramón Pérez-Maura mereció una respuesta de la bancada progre, concretamente de @miguel_msan:



La respuesta fue muy típica: Justificar la violencia. Porque son de los nuestros. Son unos hijos de puta, pero son NUESTROS hijos de puta.
Y ahí salté yo. Bastante me encienden estas huelgas políticas como para que encima vengan a legitimar la violencia.



Ahí tienen la conversación, y la incoherencia del sujeto: primero justifica la violencia y luego dice que no, que la violencia la provocan ¡infiltrados de la derecha! Como ven, no le hizo gracia que le afease la conducta y amenazó con denunciarme. Patético.

A continuación cayó en mi TL una joyita: Las "recomendaciones" que Tomalafacultad.net les daba a los piquetes. Je.


Mis favoritas: la recomendación 7, “No leves drogas ilegales” y la 9, “Si tienes antecedentes o alguna causa judicial abierta, tenlo en cuenta: no la líes.”
La recomendación 7 demuestra que a esta gente piquetera le falta un hervor.
La recomendación 9, que se sabe que la van a liar. Estas recomendaciones nunca hubo que repartirlas entre los asistentes de las manifestaciones “de derechas”. Por algo será.

Ya esta mañana he tenido más pruebas de que el cainismo de España, la ceguera voluntaria y el relativismo moral siguen presentes entre nosotros. Son un mal que ha de ser combatido hasta erradicarlo. Antes he comentado la repugnante respuesta de @miguel_msan a la observación de Ramón Pérez-Maura. Otro ejemplo lo he tenido en Herrera en la Onda, donde han dedicado parte de la tertulia a la Huelga General. José Mari Calleja, en su línea, ha hecho el amago de cochinear en tablas, justificando tangencialmente la violencia. “Aquí no valen equidistancias”, le ha cortado Herrera, muy serio. Calleja, inmediatamente, ha condenado la violencia y se ha dejado de medias tintas. Otro ejemplo lo he visto en Twitter, para variar, donde @Bomarzo comentaba el llamamiento de Esperanza Aguirre a denunciar cualquier acto de violencia por parte de los sindicalistas de esta manera:



Es decir, para este sujeto un insulto es lo mismo que una patada, una pedrada o un navajazo. Si el insulto es de Esperanza Aguirre y los que ejercen la violencia física son de izquierdas, claro. Si los piqueteros hubieran llevado esvásticas en el brazo, sus apreciaciones habrían sido diferentes, sin duda. Porque la izquierda tiene bula. Al menos, a sus propios ojos, para hacer y deshacer a su antojo. Ellos son los buenos. Ya lo dijo Fernando Trueba: “Para mí todas las dictaduras son de derechas, incluso la cubana”. Claro. La izquierda es incompatible con el mal. Es repugnante.

Parece mentira que el panorama sea tan desolador. Una de las herencias que nos deja el ínclito Zapatero es una fractura, una división en la sociedad preocupante. No hay adversarios sino enemigos. Lo que nos diferencia de la España de hace 80 años es que somos más ricos y que en España apenas hay extrema derecha. Y, la que hay, está poco organizada y desestructurada. Espero que siga así muchos años. Pero deseo aún con más fuerza que nos olvidemos de viejos clichés y nos fijemos en lo que nos une en lugar de en lo que nos separa, que caigan los velos ideológicos de los ojos de los españoles y trabajemos todos en la misma dirección.

Sueños despierto, lo sé.

(Post redactado por @Perfectsan )

miércoles, 21 de marzo de 2012

Dia Internacional de la Poesia

La cultura española siempre ha gozado de grandes plumas.
Hoy, escogeré un poema que tiene un significado especial para mi.

Este

viernes, 9 de marzo de 2012

Una mañana cualquiera, en una empresa cualquiera

Anécdota tan real como la vida misma, recién contada por @perfect_san

P: Buenos días.
Carlota: Buenos días.
P: Uy, que carita...  ¿Cómo estás?
C: Bueno.
P: ¿Qué pasa?
C: Que soy muy desgraciada.
P: Ah, bueno. Eso se cura.
C: Y tengo ganas de matar a alguien.
P: Je.
C: A alguien feliz. Quiero matar a alguien que sea feliz.
P: A Alicia.
C: …
P: Alicia, ¿eres feliz?
Alicia: Sí.
P: Ahí lo tienes
(risas generalizadas)
A: ¿Qué pasa?
Etc.